LA
ARDILLA SKYPER
Skiper era una ardilla muy alegre y traviesa
que le encantaba subirse a los árboles y saltar en ellos de rama en rama.
Cuantos más altos mejor. Allí se sentía feliz, jugando con sus amigos y
sintiendo el viento del bosque en su cara. Pero eso era antes, Skiper ahora se
sentía muy triste, pues en su casa sus padres no paraban de discutirse.
Skiper se sentía muy abatido, quería mucho a
sus padres pero ya desde pequeño empezó a oir sus discusiones y con el tiempo
estas se hicieron más habituales. Un día, su madre le explicó que debido a esas
peleas habían tomado la decisión de separarse y vivir cada uno de ellos en un
nido distinto.
Aunque las peleas en su casa se acabaron,
Skiper se sentía muy desgraciado ya que pensaba que se peleaban por su culpa y
que por eso se habían separado, además no sabía que hacer, si ir con su padre o
su madre ya que si elegía alguno de los dos pensaba que el otro ya no lo
querría más. Se sentía muy triste y quería que sus padres volvieran a vivir
juntos.
Así
que pensó: - Me escaparé de casa y así cuando me busquen verán que los dos se
quieren mucho y volverán a vivir juntos.
Así
lo hizo y su madre cuando vio que no volvía llamó a su padre. Este le dijo que
no lo había visto y así después de comprobar que no estaba con ninguno de sus
amigos se pusieron a buscarlo.
La
abuela de Skiper que era muy lista, lo encontró en seguida.
-
Abuela, como me has encontrado? -. Preguntó Skiper.
-
Solo he tenido que buscar el árbol más alto del bosque. – Respondió su abuela.-
Se que te gustan los árboles muy altos.
-
Papá y mamá me están buscando? -. Volvió a preguntar Skiper.
- Por
supuesto, pero si has hecho esto para que vuelvan a estar juntos ha sido un
error.- Dijo su abuela en tono de reprimenda.
-
Pero por que abuela?
- Por
que tus padres ya no se quieren.
- Y
es por mi culpa…? -. Preguntó Skiper muy apenado.
-
Claro que no pequeño. Mira, tus padres se enamoraron y se casaron muy jóvenes.
Construyeron su nido y se querían tanto que naciste tú. Pero ellos dos son muy
diferentes, ya sabes que tu madre es una ardilla, es muy activa durante todo el
día y no para ni en invierno. En cambio tu padre es un lirón, el prefiere más
la noche que el día y además en invierno hiberna. De ahí vienen sus discusiones.
- Y
por eso se han separado?
-
Claro. Además, no se puede discutir todos los días porque luego podrían llegar
a pelearse y hacerse más daño. Así que han decidido que para ser felices, cada
uno tiene que vivir en su propio nido. Así que si los quieres, tendrás que
aceptar que vivan separados.
-
Pero y yo donde iré?.- Volvió a replicar Skiper.
-
Mira, tu tienes lo mejor de cada uno de ellos. Eres muy activo, pero también
prefieres la noche como tu padre. En cambio como eres una ardilla no tienes la
necesidad de hibernar. Así que puedes pasar unas temporadas con tu padre y
otras con tu madre. Ellos no se van a enfadar por eso por que te quieren mucho.
Son tus padres y eso si es para siempre, no lo olvides.
Skiper
y su abuela se abrazaron y juntos volvieron a casa de su madre. Todos fueron
felices. El padre de Skiper podía salir tranquilamente a disfrutar de la noche
y su madre trabajaba de día y no paraba durante el invierno. Skiper se volvía a
divertir saltando de árbol en árbol y además como pasaba unas temporadas con su
padre y otras con su madre, conoció nuevos bosques e hizo nuevos amigos.
EL CUENTO DE LA
TORTUGA
Érase
una vez una tortuga de tierra llamada Duna que vivía en la arena. Le encantaba
dar paseos por el campo y tumbarse al sol en la playa. Lo hacía a diario. También
le gustaba excavar túneles y los cangrejos eran su animal favorito.
Cerca de
allí, en el Océano, había una tortuga de mar llamada Patricio, que vivía en la
profundidad del mar y disfrutaba nadando en las olas.
Un día
Duna, la tortuga de tierra, buscando y rebuscando cangrejos llegó hasta la
orilla del Océano, al mismo tiempo que Patricio, la tortuga de mar, nadó hasta
las aguas menos profundas de la playa para poder sacar la cabeza de debajo del
agua y contemplar el cielo azul. De pronto Patricio y Duna cruzaron sus miradas
y se enamoraron.
Patricio
nunca había visto una tortuga de tierra y su aspecto diferente le pareció muy
atractivo. Lo mismo le sucedió a Duna al ver el caparazón azulado de Patricio.
Las dos tortugas decidieron
casarse. Durante un tiempo vivieron en la orilla del Océano para que Duna
pudiera calentarse en la arena y Patricio permanecer en las aguas poco
profundas.
Pronto
tuvieron dos bebés tortugas Tommy y Tina, que se parecían a su padre y a su
madre. Les encantaba tanto nadar en el Océano con su padre Patricio como tomar
el sol en la arena como su madre Duna.
Pero de
pronto algo falló. Duna cada vez pasaba menos tiempo en la orilla del Océano y
Patricio se pasaba el día nadando en aguas profundas. Además cuando estaban
juntos discutían y se peleaban.
Llegado
el momento Patricio y Duna decidieron que ya no querían vivir más juntos.
Tommy y
Tina estaban muy tristes. Querían estar con papá y mamá todo el día ya que
amaban a los dos por igual. Tommy estaba muy enojado y gritaba sin parar y Tina
estaba todo el día dentro de su caparazón.
Un día decidieron pedir ayuda al
búho sabio que siempre daba buenos consejos. Y esto fue lo que hablaron.
“¿Puedes conseguir
que papá y mamá vuelvan a estar juntos?”
“A veces
las tortugas de mar y las tortugas de tierra discuten porque son dos especies
distintas y con hábitos distintos. La tortuga de tierra se siente triste en el
mar y la tortuga de mar se siente triste en la tierra. ¡Es preferible que cada
cual viva donde es feliz! Pero vosotros, Tommy y Tina sois medio tortuga de
tierra y medio tortuga de mar, así que podéis vivir en los dos sitios. Podéis
vivir tanto con papá como con mamá”.
Y eso es lo que hicieron Tommy y Tina. Descubrieron muchos
amigos y querían a papá y a mamá. Se convirtieron en una especie de tortuga
nueva, capaz de vivir en tierra firme y en el mar.
Consejos para hablar de divorcio con los hijos
- Comenta la situación con claridad. Explica
a tu hijo que papá y mamá ya no pueden y no desean vivir juntos y, que a partir
de ahora, vivirán en distintas casas.
- Explícales qué es la separación y sus
consecuencias. Habla con tus hijos de la realidad de la separación,
teniendo el cuidado de no culpabilizar a nadie.
- Consolida lazos de amor y cariño. Asegura
repetidamente a tus hijos que ambos continuais queriéndoles igual o más que
antes. El padre o la madre que no tenga su custodia podrá verles siempre que
ellos quieran.
- Respeta la rutina de tus hijos. Mantén sin
cambios la rutina habitual de tu hijo: domicilio, entorno, relaciones con los amigos, colegio,
horarios, etc.
- Evita culpabilizar. Asegura a tus hijos que ellos no
tienen ninguna responsabilidad en el divorcio. Ellos no tienen la
"culpa". La responsabilidad es de papá y mamá por igual.
- Habla de una situación definitiva. Explica
claramente que el divorcio es definitivo, que no existe la posibilidad de
volver atrás.
- Mantén opiniones positivas. Trata de
proteger las opiniones positivas que tu hijo tenga de ambos padres.
- Facilita la relación de tu hijo con el otro
progenitor. Siendo flexible en los horarios de visitas y cediendo en fechas señaladas,
contribuirás a que tu hijo mantenga sus referentes emocionales.
- Comparte preocupaciones y tareas. Trata
con el progenitor no custodio todo lo relacionado con la educación y la salud
de vuestro hijo.
Recomendaciones para los padres separados que no
viven con sus hijos
- Los hijos no son objetos. Lucha no por
apropiarte de ellos y sí por su libertad.
- Cariño y presencia. Es necesario estar con
ellos para darles amor.
- Sigues siendo padre. Lucha por tus hijos
movido por tu amor y no por el odio o el rencor.
- Eres un ejemplo para ellos. Los hijos
seguirán aprendiendo de tu comportamiento. Pórtate bien. Si lo que quieres es
respeto, respeta a tu hijo.
- Valora la importancia de ambos. Los hijos
necesitan al padre y a la madre. No importa lo humillado, desprotegido que te
encuentres, nadie puede darle a tu hijo lo que necesita, sólo sus padres. Para
ellos, el padre y la madre son únicos e irremplazables.
CONSEJOS DE UN NIÑO A TODOS
LOS PADRES
DEL MUNDO
1.
No me des todo lo que pido. A
veces sólo pido para ver hasta cuanto puedo recibir.
2.
No me grites. Te respeto menos
cuando lo haces. Me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
3. No me des siempre órdenes. Si en
vez de darme órdenes, me pides las cosas, yo lo haría más rápido y más a gusto.
4. Cumple tus promesas., buenas o
malas. Si me prometes un regalo dámelo,
pero también si es un castigo.
5. No me compares con nadie,
especialmente con mi hermano o hermana. Si tú me haces parecer mejor que los
demás alguien va a sufrir, si me haces parecer peor que los demás seré yo quien
sufra.
6. Déjame valerme por mi mismo. Si
lo haces todo por mí, yo no podré aprender.
7.
No digas mentiras delante de mí,
ni me pidas que las diga por ti (aunque sea para sacarte de un apuro). Me haces
sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
8.
Cuando estés equivocado en algo
admítelo. Mejorara mi opinión de ti y me enseñará a admitir mejor mis errores.
9.
No cambies de opinión tan a
menudo sobre lo que debo de hacer. Decide y mantén esa posición.
10. Trátame con la misma amabilidad
y cordialidad con que tratas a tus amigos, ya que porque seamos familia, eso no
quiere decir que no podamos ser amigos también.
11. Intenta
ser coherente con lo que dices y con lo que haces. No me digas que haga algo
que tu no haces. Yo aprenderé y
haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú
digas y no hagas.
12. Trata de comprenderme y
ayudarme. Cuando te cuente un problema no me digas: “eso es una bobada”, “no
tiene importancia…”, porque para mí sí la tiene.
13. Quiéreme y dímelo. A mí también
me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario